Las siguientes prácticas no son complicadas y puedes acostumbrarte a ellas relativamente fácil, especialmente porque son muy beneficiosas y aligeran el peso de nuestro trabajo diario al organizarlo mejor.
Para crear un hábito lo único que hay que hacer es comprometerse con la tarea e intentar repetirla de la misma forma todos los días hasta que se convierta en una costumbre, en algo que nuestro cuerpo y nuestro cerebro realizan casi de forma automática. Es fácil decirlo, pero lograrlo es un poco más complicado.
Utiliza la regla 52/17
Esta curiosa ecuación parte del mismo principio de la técnica Pomodoro, y de como trabajamos mejor cuando dedicamos pequeños periodos de tiempo a tomar descansos entre menos de una hora de trabajo. 17 minutos de descanso entre cada 52 minutos de intenso trabajo parecen ser los números mágicos de las personas más productivas.
Si te acostumbras a trabajar a intervalos de este tipo, ten por seguro que te sentirás mucho menos agotado al final del día, y lograrás sacarle verdadero provecho a los minutos que dedicas a una tarea en completa concentración.
Despierta todos los días a la misma hora
Y para ello es importante que te vayas a dormir también a la misma hora, incluso los fines de semana. Si acostumbras a tu cuerpo a pararse e irse a la cama en un horario constante, y a dormir suficientes horas al día, no solo gozarás de mejor salud, sino que estarás más concentrado, más activo, tu creatividad aumentará, tendrás mejor humor y muchas más ganas de hacer las cosas.
Toma notas de todo lo que tienes que hacer
La memoria humana no es infalible, y mientras más envejecemos más nos cuesta recordar todo, hasta parece que el tiempo pasa más rápido y no te alcanza para hacer todo lo que quieres hacer. Las ideas hay que aprovecharlas, pero es fácil que se nos olviden, así que toma notas, toma notas de todo lo que se te ocurra, no confíes en que el resto de las distracciones del día no lo borrarán de tu mente.
También es importante que seas organizado, y tengas listas de tareas con todo lo que debes hacer, mientras más detallista seas, mejor. Le quitas el peso a tu cerebro de tener que recordar mil eventos, reuniones, proyectos, tareas, etc. y haces espacio para la creatividad.
Toma notas de todo lo que has hecho
A forma de motivación y de ejercicio de memoria. No solo anotes todo lo que tienes que hacer, al final de tu día, de tu semana o hasta de tu año, toma el tiempo de crear una lista con todo lo que has logrado, sea grande o pequeño. Esto te dejará la sensación grata de que realmente aprovechaste el día. Muchas veces hacemos infinidad de tareas pequeñas que son necesarias para lograr objetivos más grandes aunque de lejos parezcan insignificantes, es importante que las tomes en cuenta.
Divide tus tareas grandes en muchos objetivos pequeños
Una de las principales causas de la procrastinación es que la gente siente que no sabe por dónde empezar. Y, una de las grandes soluciones a esto, es dividir un objetivo grande en muchos objetivos pequeñitos, hasta que se vaya completando la figura grande. Por ejemplo, si quieres pintar tu casa, el objetivo grande sería ese, en lugar de tener una sola tarea en tu lista, dividela en todas las necesarias y más pequeñas que deben hacerse para lograrlo: elegir los colores, comprar la pintura, comprar las brochas, proteger los muebles, limpiar las superficies, decidir que habitación se pintará primero, pasar la primera mano, etc.
Fuente: Blogthinkbig